Ronda
es una ciudad particular, única, especial, mezcla de varias culturas y
rodeada de la personalidad de tres provincias diferentes.
De
un tiempo atrás, resuena por la ciudad y por distintos puntos de
Andalucía que Ronda es más sevillana que malagueña, y sin entrar en el
debate, fijémonos en lo que en este blog nos interesa, la Semana Santa.
En
especial, una figura importante, de gran orgullo y de una
responsabilidad mayor de lo que uno pueda imaginar, en la figura del
Capataz.
Tenemos,
por norma general en Ronda, copiar las cosas, pero copiarlas mal.
Evitando comparaciones, que por supuesto no se pueden dar, la figura del
capataz rondeño es diferente a la que en otros puntos se tiene del
capataz.
Un
capataz y su equipo, son los ojos de los costaleros, pero además es el
nexo de unión de una cuadrilla, es el aliento cuando las fuerzas
flaquean, es el amigo que te apoya, te corrige, te ayuda y está a tu
lado.
Un capataz, es su equipo y también su cuadrilla. Una cuadrilla que va con él, que lo apoya y no le deja tirado.
Pero
que difícil es ser capataz, yo no se como lo verán ustedes, pero no
todo el mundo puede llegar a serlo, hay que tener un carisma y una
enorme capacidad de sacrificio que poca gente posee y por supuesto, una
enorme pasión por el mundo del costal y además de pasión, conocimiento.
Es
por ello que en Ronda, tenemos capataces que son buenos, pero solo en
algunos aspectos, tenemos algunos que saben mucho del costal, pero
carecen de carisma, otros que tienen carisma, y no saben ni hacer la
ropa de un costalero, y aún menos igualar, otros que simplemente se
llaman capataces y no tienen en su agenda ni un solo costalero que lo
siga.
Ronda,
ciudad de pseudo-capataces, gente incapaz de gestionar una cuadrilla,
mantenerla, reunir un buen equipo y sobre todo controlar el ego de un
protagonismo que sólo los malos capataces buscan.
Es
algo más que llamar a un martillo, y asistir a un ensayo (a veces, y
nos cuesta creerlo, ni van), es infundir amor al costal, a crear una
familia, cuidar a esa familia y el día de la salida disfrutar todo ese
trabajo que se ha tenido durante todo el año, y no sufrir, porque en
Ronda, los capataces sufren el día de salida, pero no un sufrimiento por
la responsabilidad que se les viene encima, sino por el trabajo mal
hecho.
Pero
como la ESPERANZA, es lo último que se pierde, espero que la nueva
hornada de capataces nuevos que hemos visto últimamente en nuestra
ciudad, sepan aprender de los errores de los pioneros capataces rondeños
y se tomen en serio tal responsabilidad y no como un juego de sacar
pasos a la calle.
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